- Vos con quién te vas a casar?
- Yo me voy a casar con Julia- contesté inocentemente, sin saber qué carajo era eso del casamiento.
- ¡NO TE PODÉS CASAR CON JULIA! ¡¿NO VES QUE ES UNA MUJER?!- me gritó la pelotuda de la maestra, como si mi respuesta fuese una aberración inconcebible.
La conclusión que saco de ésto es que la educación debería estar en manos del Estado, y no a cargo de empresas que la conciben como si fuera un bien de mercado que se compra y se vende, y encima tratan de inculcarte ideas afines a sus intereses económicos, políticos, sociales, culturales, etc., etc., etc... Sobre todo la educación infantil, que es la más delicada de todas, porque coloca los cimientos sobre los que uno comenzará a construir su cosmovisión, y en esa etapa de la vida uno todavía no está dotado de una mirada crítica; también es indispensable que controlen bien a quiénes dejan a cargo de los chicos: me parece una locura que nenes de cuatro años estén bajo la responsabilidad de mamertos homofóbicos y reaccionarios devenidos en una suerte (y muy mala) de educadores infantiles, que encima gritan de manera violenta a raíz de su insuperable intolerancia.
Por cierto... Julia estaba re-buena (?).
Posta, la verdad es que Julia era muy linda, y hoy, diecisiete años más tarde, la tengo como amiga en Facebook, y sigue siendo tan linda como cuando era pequeña (y el hermano ni te cuento...). Si me gustaran las mujeres, le daría (y si en tal caso ella me diese bola, claro).
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